8/8/14

E–BOOK ES NOSTALGIA


Esta época retro muestra que las posibilidades no realizadas del periodo cultural anterior retornan en forma de deseos de por fin lograrse (de modo menos violento).


Lo retro posmoderno es el afterlife resort de las contraculturas. La actual cultura del retro-libro es un back to the future, un regreso al futuro (que no fue): un pasado solo anhelado.

Señalaré dos tendencias del retro–book —el retro–libro—: primero, la utopía de un nuevo tipo de libro sin papel (el libro electrónico), y, segundo, la utopía de un libro (de papel) que no fue (pero pudo) y hoy quiere serlo.

El libro virtual y el libro artesanal son las dos caras del libro retro posmoderno.

Este boom consistirá en liberar, a distinta escala, las posibilidades no realizadas del libro gutenberguiano.

Por ejemplo, experimentos en que el lector escribe y hace físicamente el libro que antes solo consumió; o experimentos de pensar al libro como “accesible”; o hacerlo velozmente o integrado al ahora mundial.

No nos confundamos: son sueños que el pasado no pudo cumplir pero no tecnologías que serán del futuro. Esos sueños incumplidos tienen su segundo aire, no su plena realización. Son sueños de un mundo agónico.

Ahora el mainstream sigue pensando —como muchos pensábamos hace diez años— al libro electrónico como futuro, porque no se percibe el proceso de mayor duración que lo incitó.

El e–book es un producto del deseo retro de leer libros. Pero no logró ser un arte nuevo de hacer libros.

La modernidad generó el deseo de leer más rápidamente y la posmodernidad, al aparato rápido de lectura.

El e–book —salvo pocas excepciones— es más bien e–reading; una nueva forma de Lec-Turismo, no un neo–libro. Se trata de un aspecto ultramoderno del libro moderno estándar.

Esa nueva forma de lectura tiene demasiados vestigios del libro moderno, ¡es su esperanza! El e–book es un trámite cool en pos de la jubilación del libro alfabético.

El 99% de los e–books son más convencionales que el 99% de los libros impresos.

Incluso Amazon ya los definió como productos baratos que deben valer (aproximadamente) 9.99 dólares y cuya función mercantil es atraer la compra de otros productos en línea.

Su convencionalismo es disimulado por el gadget. Una pantalla que permite leer y buscar en un texto, que antes fue libro o que todavía es pensado como libro.

Son muchos los desafíos del e–book. Para sus consumidores, no ceder a sus condescendencias. Para sus estudiosos, no caer en sus utopías. Para los productores de texto, no suponerlo, por sí mismo, una ruptura.

La literatura electrónica, como la ciencia ficción, es parte de lo retro.

Lo nuevo no es hacer literatura electrónica sino darse cuenta que lo que hasta hace unos pocos años era parte del futuro, hoy es parte de la negación de lo que viene.

La literatura electrónica ya es nostalgia.