22/11/13

LA CRISIS DE LA FOTO

Todo lo que no quiere ser comprendido es fotografiado. El lenguaje global es fotográfico. Su pináculo es el selfie.

Si lo moralizamos —vanidad— o lo patologizamos —narcisismo—, equivocamos el rumbo; es aún más problemático.

Como tecno-religión, la fotografía parte de que lo esencial es lo personal. Esto sucede justo en una época en que teóricamente ya sabemos que el individuo es una ilusión.

La fotografía es el último refugio de la creencia en la personalidad y el individuo. Los autorretratos son lo moderno congelado.

En los rostros fotográficos lucen los valores más caducos de estas sociedades.

Casi toda la humanidad aspira a parecer una superestrella o un político al ser fotografiada. El lenguaje corporal fotográfico global encarna ideales del espectáculo.

La ruina fotográfica será conocimiento futuro, como hoy sabemos que la pintura perdió su aura.

La fotografía apareció por el fin del aura de lo Otro: lo sagrado o sublime. Pero con la fotografía se inauguró el aura de lo mismo: lo individual, lo realizado.

A la muerte de Dios siguió una foto con lentes negros.

La fotografía es la religión más penosa. Al contrario de otras, es casi imposible evitarla. Cada encuentro social exige ser fotografiado. La fotografía es el nuevo contrato social.

Lo reaccionario de un pic: la paradoja de que hay un ser verdadero brotando en una imagen estereotipada.

Si se critica la fotografía, la humanidad parece ofendida. Hay un alto nivel de identificación del ser global con su foto-imagen.

Todas las fotografías, en realidad, ya han sido tomadas. Toda foto es repetición de otra. Todo lo que aparece ahí ya está agotado.

No hay ya posibilidad de crear nuevos significantes o significados con la fotografía. Esto no significa que morirá: todavía serán tomadas trillones de fotografías.

Es necesario pensar fuera de la fotografía.

No hablo del cine o el video, que extendieron el dominio de lo fotográfico, le dieron movimiento. Imaginar se está volviendo una cámara.

A pesar de la firma, un texto pronto se muestra como impersonal, colectivo, inhumano. La fotografía, en cambio, facilita la ilusión de creer no solo en los individuos, sino, peor aún, en ciertos individuos admirables: la persona bella, rica, interesante, representativa, deseada, capturada, conocida, misteriosa, existente.

En la foto buscamos lo Importante, lo Personalizado, lo de Moda. Pero las fotografías, en realidad, ya no dicen nada. Ni las del porno, desastres o la NASA.

La civilización no ha podido renovarse. Solo re-produce sus versiones.

La fotografía es un sitio donde se manifiesta el estancamiento. Ahí quedarán grabadas las imágenes versátiles de una época inmóvil.

Pero entre gadgets, ya circulan fotos que se auto-desvanecen. El fin de la fotografía, lentamente, ha comenzado.