11/5/13

LITERATURA MEXICANA HOY: ¿GENERACION O NUBE?



Aquí critiqué la idea de “generación” de Tryno Maldonado (y otros) para nombrar a la “mejor” narrativa mexicana hoy. Tryno respondió en Emeequis(29-4-2013).

Dice que mi réplica lo hizo replantear “la validez o pertinencia del concepto de generación” y agrega “es Pablo Raphael quien... se anima a ir más allá y... proponer un concepto alternativo al de generación. Lo llama nubes”.

Por “nubes” alude a una “fragmentación [que] hace imposible que se produzcan escuelas o tendencias. El individualismo hace que se multipliquen los gustos”.

Tryno remata su texto retomando la idea de “generación”. Cita a Ortega y Gasset —teórico por excelencia de “generación”— para alegar que “aquello que ejemplifica la solvencia del concepto de generación es que exista una identidad de tendencias... aun en un ámbito... de divergencias”. Dice que por eso peleamos.

“Generación Inexistente”, le llama. ¿Generación-Nube?

Difiero. Muchos ni pertenecemos a la “generación inexistente” ni a una “nube”.

Tryno y Raphael descuidan que “generación” no es el único modo en que un escritor pertenece a algo. Daré el caso del norte, que tanto antipatiza.

Si leemos muchos libros de escritores norteños de los últimos 30 años, es audible que se comunican con literatura colindante, música popular o caló binacional.

Pero quizá se desdeña la validez de identificarse con algo que no sea una pulcra foto con escritores de Ciudad de México.

Se olvida que hay obras que son un diálogo con lo regional y, en general, afinidades ajenas a “generaciones”.

Quizá hay voces literarias que conversan con jornaleros, colonias, migrantes, transporte público, largas filas para cruzar al otro lado, vecinos, paisanos.

En mi caso sería tan falso decir que pertenezco a una “generación” literaria nacional como decir que no pertenezco a nada. Pertenezco a la frontera. Esa frontera no es una “nube” —un Archipiélago ultravioleta de Soledades virtuales—; es una historia enraizada y bracera. Una colectividad viva, ilegal.

Y hay muchas otras autorías que hoy no creen necesario ni identificarse con la “República de las Letras” ni con “nubes” sino que se saben parte, por ejemplo, de la cultura chicana o la zapoteca.

No todos, claro. Muchos sólo se sienten parte del Club de la Ironía Por Encima de Todo. O parte de la “literatura a secas”. Cool por ell@s.

Otros nos sabemos parte de una cultura concreta, a veces pegada a un territorio, a veces a una migración. Conectados no a una élite literata sino a un rancho o urbe, tierra o lengua, pueblo o cruce.

Reconozcamos estas pertenencias. A quienes no tienen los ojos puestos en La Literatura sino el texto enredado con hablas, tribus o lugares.

No queremos sentirnos “cosmopolitas” ni nos quita el sueño ser acusados de “costumbristas”.

No somos “generaciones”. No somos “nubes”. Somos un nosotros. Y somos un chingo.