29/9/12

COMO OLVIDAR EL 2 DE OCTUBRE


Si hay una fecha que ha marcado a nuestra cultura negativamente es el 2 de octubre. La marca psico-cultural ha quedado grabada en la frase “2 de octubre no se olvida”.

La frase es lema y manda, grafiti y metafísica, cicatriz y látigo.

Es el sello “gacho” de un suceso traumático que duele y jode.

Es una frase que pide no olvidar la agresión.

Su efectividad reside en que no dice qué sucedió en esa fecha y, por ende, es fórmula para completar la rememoración, para participar del recuerdo indeleble, rehacer la historia.

Parece sólo referirse a los estudiantes asesinados por el gobierno en 1968. Pero la frase adquirió tal poder cultural en México porque, inconscientemente, “estudiante” o “jóvenes” simboliza nuestro propio joven interno agredido por las instituciones (desde la familia concreta hasta el “sistema” abstracto).

“2 de octubre no se olvida” es una frase con la que se pueden identificar profundamente millones. Individualmente significa: “Mi vida está marcada por la agresión emocional que sufrí en mi juventud, y que no fue reconocida”.

Esta última parte es clave. Socialmente, el 2 de octubre no se olvida porque no fue reconocido y, mucho menos, resarcido. La frase entonces adquiere una extraña función.

Es una denuncia contra los verdugos y, asimismo, un gesto masoquista.

“2 de octubre no se olvida” también significa “debemos seguir sufriendo el 2 de octubre”.

Como tal, cumple la clásica estructura de la compulsión a la repetición y cierto victimismo.

Es una especie de Noche Triste, Niños Héroes Huérfanos, Nueva Llorona, en suma, reiteración de la derrota mexicana.

Es observable que el 2 de octubre tuvo efectos sociales desastrosos. Es un golpe a la autoestima colectiva y, sobre todo, una identificación secreta con el victimario, mediante una “sabiduría” popular que gusta de repetir que “como siempre” toda rebelión será reprimida.

El 2 de octubre inhibe la iniciativa, la organización y la innovación.

Tengo un amigo defeño cuyos maestros pertenecieron a la generación del 68 y que llegó a la conclusión que tomó de ellos emociones e imágenes que lo inhibían incluso a cobrar bien su trabajo, y a creer constantemente en que las cosas terminan mal.

Nietzsche decía que no olvidar heridas esclaviza. Freud decía que no cerrar un duelo condena a la melancolía.

No aceptar la separación termina en autorreproche y narcisismo.

Sin embargo, ¿cómo pedirle a una cultura que olvide una masacre tan dolorosa en un régimen político que, precisamente, funciona gracias a la desmemoria histórica?

¿Cómo se olvida una frase que pide no ser olvidada?

2 de octubre no se olvida porque no ha podido ser superado.

Lo difícil es que el 2 de octubre sólo podría ser superado si una generación joven rebelde mexicana triunfase en las calles.


22/9/12

¿Y SI LO BELLO REGRESA?


En un evento reciente, un prominente crítico literario latinoamericano decía: “Dejemos la teoría y volvamos a la belleza”. Pedía dejar de analizar para simplemente gozar lo bello de la literatura y el arte.

Esa petición no se podía hacer hace cuatro décadas, cuando la teoría internacional estaba en un gran momento. Muertos prácticamente todos esos teóricos, hoy crece el giro neoconservador en la academia y, por supuesto, entre los nuevos escritores, que más que reflejar el resurgimiento global de la izquierda resguardan el conservadurismo de las élites, editoriales y gobiernos que los promueven.

¿Por qué este llamado a regresar a la “belleza” se está haciendo tan repetitivo en el mundo intelectual?

La respuesta corta es que la teoría descubrió demasiado acerca de lo estético; en síntesis, mostró que lo artístico es reaccionario. Los norteamericanos se asustaron y están usando su poder para retornar al viejo modelo del arte con la ayuda de los colonizados.

Otra forma de responder es que una parte del mundo cultural desea recuperar la experiencia “estética” porque prefiere no darse cuenta que sentimos que algo es bello debido a un efecto psicológico.

El objeto o imagen que nos produce la sensación de belleza —ligera o intensa— alude inconscientemente a una experiencia que no hemos podido asimilar o experimentar debidamente. Ante Cristo, una joya o una “obra de arte” podemos sentir atracción, deseo de posesión o incluso misticismo: son símbolos de piezas faltantes de nuestro ser.

No obstante, el arte no llena ese hueco sino que eleva a carácter mágico la visión del mundo resultante de padecer la laguna.

El “misterio” de la obra de arte es un fenómeno psicológico.

Tradicionalmente, el arte provoca una reacción psicodinámica mayormente vinculada a regresiones. Nos conmueven libros, canciones, películas u obras de arte que le muestran al cerebro alusiones veladas a nuestra forma inconsciente de ver al mundo.

El arte engalana las fantasías humanas, dotándolas de una falsa realidad. El arte da a los adultos lo que los cuentos de hadas a los niños: preciosas mentiras, amuletos del autoengaño.

Digamos, una educación machista (inconsciente) experimentará como “bellas” obras donde el poder masculino sea mitificado o lo femenino posea un rol de objeto, pero sin que esto sea evidente sino “poetizado”; representado como un orden sobrenatural, excepcional, “distinto”.

Estamos en una encrucijada. La alternativa es dar marcha atrás, volver a los entendidos estéticos del pasado, olvidar lo que aprendimos; o tolerar las consecuencias de haber descubierto demasiado, demasiado pronto.

Si la teoría continúa desencantará toda la ilusión que alguna vez tuvo la religión del arte.

Pero quizá la teoría no continúe. Quizá caigamos dormidos de nuevo, y nos proteja el dulce sueño de lo bello.



14/9/12

LA IZQUIERDA COMO COARTADA


Visto desde la teoría, la izquierda en México es una coartada.

Su coartada consiste en acusar a la ideología y desafanarse de la hegemonía. Me explicaré.

La ideología es una descripción falsa de la realidad. Marx y Engels señalaban que la clase dominante propaga sus ideas para mantenerse en el poder.

En términos sencillos, la ideología se trata de una serie de ideas —y también instituciones o prácticas— que sirven para mantener engañadas a las masas y permitir que unos cuantos dominen.

La ideología sirve como justificación del orden social injusto; lo hace ver como natural, inevitable e incluso deseable, sublime.

Si la “ciencia” busca explicar la realidad objetivamente, la “ideología” es una explicación falsa (encubrimiento y perpetuación) que conviene a los poderosos.

El concepto de ideología ha sido rehecho desde su origen; célebremente por Althusser.

Pero el pensador italiano Antonio Gramsci se enfocó a la “hegemonía”.

Por “hegemonía”, Gramsci quería decir el consenso (coercitivo) que existe entre Estado y sociedad civil.

Gramsci argüía que el sistema de desigualdad capitalista es defendido por una trinchera (que es el Estado) detrás de la cual hay todo un sistema de fortalezas (que es la sociedad civil); es decir, Ustedes Somos Los Potentados.

Hay una diferencia básica, entonces: “ideología” es la creencia de que la sociedad civil es manipulada por la clase dominante, mientras que “hegemonía” es la creencia de que la sociedad civil y el Estado comparten un consenso.

La ciudadanía como víctima dormida de un control desde arriba. O la ciudadanía como cómplice del control.

A nivel teórico, la izquierda mexicana todavía cree en la ideología y no cuestiona la hegemonía.

Una nueva izquierda en México significa primordialmente la propuesta de un nuevo orden económico, junto con un replanteamiento de si el obstáculo cultural es la ideología o la hegemonía.

Decidir si el problema (superestructural) es que hay un grupo en el poder que ejerce un dominio ideológico sobre los ciudadanos, o si el problema radica en que los poderosos y la sociedad civil tienen un acuerdo. 

Y ¿cómo romperlo?

Ese acuerdo puede ser irracional pero existe, aunque no lo acepte abiertamente la sociedad. Ni la izquierda quiera tocar el tema para no ofender al electorado.

El discurso de la izquierda mexicana abusa del concepto de ideología y finge demencia ante la hegemonía.

Esa izquierda habla de un “Pueblo” dominado ideológicamente por “el grupo en el poder” porque no quiere reconocer que el “Pueblo” es el co-protagonista de la hegemonía.

La izquierda tradicional apunta hacia la trinchera y con ese mismo dedo quiere tapar las fortalezas conservadoras, precisamente, porque apunta desde una de ellas.

El Pueblo es el Complot.

Y la izquierda, la gran coartada.



8/9/12

MARX MAKES ME HAPPY



La cara actual de la izquierda en Latinoamérica no es Hugo Chávez sino Camila Vallejo. Eso es peligroso, muy peligroso, para el capitalismo.

Alguien podría decir, ¿qué hay de peligroso en que una chica bonita (muy inteligente) haga atractivo al comunismo entre las juventudes de Latinoamérica?

¿De verdad necesito dar la respuesta? La izquierda hoy tiene la política de mayor belleza.

La izquierda latinoamericana, paulatinamente, adquirió nueva imagen y portavoces. Ser de izquierda se volvió cool.

Fue el Che. Luego la trova y Maradona, y dio su giro millenial cuando Gael García lo interpretó en Diarios de motocicleta. Lo que el EZLN necesita para reincorporarse al imaginario de la novísima izquierda es que Marcos se vuelva una película.

El marxismo se está popularizando. Este éxito exaspera a quienes prefieren mantenerlo en las bibliotecas de profesores de filosofía. Pero si Gramsci estuviera vivo me daría la razón: el marxismo debe ser mainstream. Volverse una contra-hegemonía orgánica de todas las clases (y redes) sociales.

Eso ya está ocurriendo a nivel global. Lo aceleró el fracaso estrepitoso del neoliberalismo. Así que surgirán más imaginarios, desde callejeros hasta mediáticos, del m@rxismo global, cuyo filósofo predilecto, por cierto, es Zizek.

Marx tampoco se espantaría. Al contrario, Marx quería ser popular. Usaba mass media de su siglo: el libro, el periódico; como luego usó la radio la Escuela de Frankfurt, y la posmo-izquierda norteamericana, revistas y webs. Adbusters inició Occupy.

La tercera parte de la población mexicana se identifica de izquierda. Falta un canal para televidentes de izquierda, que estarían más que contentos de que una cadena les diera noticias, espectáculos, películas, comedia, música, programación progresista.

Tan en boga está la izquierda entre las clases medias y la juventud, que se apropiaron de Twitter, y YouTube les sirve como la cadena de televisión de izquierda que quisieran tener todo el día prendida.

Lo que más urge a la izquierda mexicana no es un nuevo partido o líder sino un medio masivo propio.

No es ningún accidente que el programa mexicano más innovador del 2012 haya sido el debate presidencial organizado por el 132.

La novísima izquierda es experta en internet. Fenómenos como Anonymous demuestran la fuerza de las nuevas subculturas. Vienen con todo y además tienen mucha razón: este sistema tiene infelices a millones. Unos por el hambre; otros, por el tedio. 

Televisa es una droga pasada de moda.

En una sociedad en que al poder espectacular no le interesa perder rating, la izquierda debe buscar —contra todos esos puristas que dirán que significa frivolizarse— adquirir total popularidad.

El capitalismo ya ni siquiera a nivel ideológico es sexy.

Marx será más popular que la Coca Cola.