31/8/12

LOS ANTI-HIPSTERS


Con frecuencia se declara la muerte de lo hipster. Pero lo hipster se multiplica.

Los hipsters son una subcultura —mayormente juvenil— identificada con lo alternativo, lo indie y lo fuera del mainstream. Un hipster es alguien que procura lo nuevo y distinto, lo exclusivo de la alternatividad cultural.

Un fenómeno tan (o más) interesante que lo hipster es el rechazo, ironía u odio que se desata contra los hipsters, un calificativo ya más bien peyorativo.

Los anti-hipster alegan que el hipster es un individuo que se cree original pero, en verdad, es un producto en serie de la individuación urbana de clase media en adelante. Un look reproducible en vestuario, gustos e incluso vocabulario.

El anti-hipster ve al hipster como alguien que se aferra a cultivar lo novedoso sin darse cuenta que es una moda más.

El anti-hipster, en el fondo, está reclamando ser el verdadero hipster.

Al hipster le critica su falsedad, ser copia, adopción fácil de tendencias.

El anti-hipster se burla del hipster porque no lo cree merecedor o portador digno de lo alternativo (que banaliza, consume desordenamente y abarata).

En el fondo, muchos anti-hipster son puristas que ven en el hipster a un novato engreído que no está a la altura  de lo “verdaderamente alternativo”.

El anti-hipster reprocha al hipster no lograr salir del mainstream, no poder realmente crear un estilo o lifestyle nuevo. No ser suficientemente selectivo.

El anti-hipster y el hipster luchan por quién es más cool.

El hipster quiere serlo desde su cuerpo y elecciones; el anti-hipster, desde su juicio y mirada. El anti-hipster está convencido que sabe identificar lo cool, lo realmente original, y ha decidido que el hipster no lo sabe, no lo encarna.

El hipster y el anti-hipster son, en realidad, uno.

¿Su diferencia? Probablemente que el anti-hipster no es abiertamente hipster porque en su identidad hay elementos conservadores que repelen los cambios sociales.

El anti-hipster podría tratarse de un conservador cool para quien el hipster es un pseudo-cool pretencioso, desinformado, advenedizo y diletante.

Lo hipster y anti-hipster son dinámicas donde cultivar las contraculturas y postmodernismos (lo underground, ecléctico, retro y trendy) son formas de distinción.

El hipster quiere separarse bella y coolmente de la cultura dominante; el anti-hipster, por su parte, se debate entre burlarse de todo intento de disensualidad o denunciar que el intento hipster, específicamente, no es genuino.

El hipsterismo y su anti son parte de culturas que todavía no saben si aceptar la renovación cultural, quién debe practicarla  y cómo ocurre en una democracia.

Culturas que no deciden si les gusta o molesta que lo nuevo pase a ser colectivo.

Culturas irónicas de que lo nuevo sólo pueda socializarse a través del consumo.

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Vía Ejival:




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* Para leer Laberinto en su blog: www.sclaberinto.blogspot.mx

25/8/12

LA TRADICIÓN SE VOLVIÓ UNA RED


El efecto de las redes sociales sobre la literatura mexicana no ha sido percatado por la crítica o la academia.
Comenzó en 2002 con el blog y su redistribución del poder literario.

Antes del blog era la aparición en revistas y editoriales de la Ciudad de México lo que construía el pre-canon de jóvenes plumas. Editores en DeFe controlaban el ingreso a la “tradición”.

El blog provocó un leve cambio. El norte fue especialmente efectivo en hacer sentir su presencia y beligerancia al centro (que, por cierto, no supo entender el lenguaje post-literario del blog).

Esto cambió con la aparición de Facebook y Twitter.

Para ese momento, el norte cometió el error de integrarse a la “literatura mexicana” y la siguiente generación de escritores en el norte ya no tuvo —ni siquiera en su primera fase— el ánimo polémico de generaciones norteñas previas. Nacieron tierradentrizados.

El tiempo real “compartido” venció a la historia de una resistencia.

Las redes sociales sirvieron en México para que al fin de la primera década del siglo se conformara, por primera vez, una red de contactos inmediatos entre escritores de distintas geografías.

El poder y prestigio de las revistas decayó. No totalmente.

Las redes sociales —sobre todo FB— se volvieron una plataforma complementaria a los procesos estándar de pre-canonización.

Y, sobre todo, hicieron posible el fenómeno dominante de la literatura mexicana actual: su transición de un modelo vertical a un modelo horizontal.

El escritor mexicano pre-redes sociales aspiraba a integrarse a una línea diacrónica, que lo conectaba con escritores muertos y el Honorable Pasado Inmediato; a partir de las redes sociales y su “democratización”, el escritor mexicano actual promedio aspira a conectarse horizontalmente con sus pares.

Lo favorable es que se debilitó la tradición vertical, la “sucesión”.

Lo desfavorable es que ese debilitamiento del peso simbólico de lo vertical fue acompañado de una consolidación de la estructura gubernamental que distribuye el reconocimiento del status dentro del mundo literario.

Nótese, por ejemplo, la disminución del espíritu parricida y el incremento de la concentración en el seguimiento horizontal de la carrera de los pares.

Se aflojaron las jerarquías verticales. Pero se extendió el fascismo entre elementos contemporáneos del sistema.

Por un lado, internet incitó la preeminencia de lo horizontal sobre lo vertical; por otro, el fortalecimiento del aparato cultural gubernamental fue un contrapeso para evitar la caída completa de la pirámide.

Esta combinación de factores salvó la “unidad” y lo “nacional”.

No sé si será permanente pero ahora la literatura mexicana activa es más una red que una tradición.

Esa red tiene inercia centrípeta, autoritaria. Ella es el nuevo enemigo.


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* Me pidieron dar el link de un texto complementario: "No norteños, perros o narquillos"

** Aquí puedes revisar el suplemento Laberinto (Milenio) completo o leerlo en su blog: www.sclaberinto.blogspot.com

18/8/12

LA VIDA DESPUES DE TWITTER


Dejé facebook por saltar a twitter, que es mejor. Uno podría dejar de hacer todo con tal de estar mejor informado. Por eso decidí dejar de seguirlo a diario. No porque no sea interesante, sino porque lo es demasiado.
Pero en twitter sobre todo se aprende de las sutilezas de las relaciones interpersonales.

Ahí la gente escapa de su contexto inmediato por otro presuntamente más amplio.

Esa intercomunicación está regida por la fantasía. Un ser humano no cabe en 140 teclazos. Un tuit siempre es una máscara. Eso no es malo, al contrario, es un modo de mostrar un aspecto de su personalidad total.

Los tuiteros somos altamente contradictorios. Seguimos cuentas que nos molestan y luego nos quejamos de sus tuits. Pero si nos bloquean, ¡nos quejamos de nuevo!

Twittter es otro rincón más de la gran comedia humana.

Me eduqué como un ser del libro. Luego me sedujeron el blog y las redes sociales. Pero a dos décadas de consultar diariamente internet, definitivamente, creo que el libro es superior por un sencillo hecho: está desconectado.

A Kierkegaard en twitter le dirían: @SorenKierkegaard ke pedo contigo??? #NoTeJorobes!

Un libro casi elige a sus lectores; twitter refleja la rebelión de las m@sas.

En este país, el libro es la locura del 1%, e internet, la del 33 por ciento.

Twitter refleja las tendencias mayoritarias de la población usuaria. Eso provoca trending topics y trolls; intolerancia al disenso y retuits políticos. Twitter posee los vicios y virtudes de una democratización desde el caos vial, virtual y viral.

A muchos periodistas twitter les molesta. Nos creemos una opinión especializada, privilegiada, jerárquicamente superior —gran mito— y súbitamente encontrarnos en un mar de opiniones que tienen el mismo estatus, ah caray.

Le ocurrió a López Dóriga, Loret de Mola, Denisse Maerker, Aguilar Camín o Krauze. Twitter dejó claro que el peso de una opinión no depende de su inteligencia sino sencillamente del medio que la sustenta.

Como en twitter todos somos cuentas compartiendo la misma pantalla, las supuestas diferencias caen.

Además por mera ley estadística muchas veces es más sagaz lo que tuitean los mejores críticos de estas cuentas mediáticas que sus propietarios.

Como remate, estos tuiteros tienen compromisos empresariales o precauciones profesionales y los tuiteros promedio, en cambio, todo el tiempo del mundo.

En internet, las opiniones mediáticas ya sólo sirven para dos cosas: para ser leídas por simpatizantes e incautos, y para comidilla y tomatazo en redes sociales.

Twitter es un fascinante desafío: cómo opinar de modo relevante en la época en que todos podemos hacerlo en cualquier momento.

Muchos dejamos la TV por el email, pero luego lo dejamos junto al chat, messenger, blogs, MySpace e incluso Facebook, así que evidentemente tuitear también desaparecerá.

¿Qué sigue?

11/8/12

UN POETA, UN CRITICO ¿Y LA VERDAD?


Evodio Escalante tiene un pie en la crítica cultural (el gusto) y otro en la academia (la investigación). Pero pisa con la filosofía (la casa-caza de la verdad). ¿Cuáles son sus alcances y peligros?

Metafísica y delirio. El Canto a un dios mineral de Jorge Cuesta (Ediciones Sin Nombre) es su nuevo estudio. El libro abre y cierra con Salazar Mallén, a quien Escalante hace tres décadas confesó no entender el poema de Cuesta.

El libro resarce la deuda, lo cual es una paradoja porque Escalante cree que el “anclaje en el pasado puede ser desorientador”.

Escalante no quiere ser el típico crítico canónico mexicano, a quien se le pide podar el Gran Árbol (mero bonsai) de la Tradición —el Partido—; huye de esa corruptela apelando a los “escuchas de futuras generaciones”.

En lo social, este apunte utópico muestra que Escalante fue empujado a un margen de la crítica literaria mexicana ¡a pesar de ser su más brillante ejecutante!

A Escalante le interesa más la literatura zurda mexicana, por ende, es incompatible con las caciquiles letras libres de autocrítica.

Continúa la tradición de exaltar las obras mejores pero —a diferencia del crítico promedio— es un hermeneuta. Por asaltos, sistemático.

Escalante no sólo pondera calidad estética —aquí se separa del académico— sino historiza y, sobre todo, analiza (capacidad desconocida por esos reseñistas de las revistas regimentales o plurinominales).

No detallaré las tesis de Escalante sobre el Canto de Cuesta. Sólo diré que lo interpreta filosóficamente. “La descripción del mundo exterior es al mismo tiempo... una descripción de estados de conciencia del personaje”. Cuesta hegelizado.

El gran acierto de Escalante: leer con microscopio (mexicanización del close reading y último Heidegger); su gran riesgo: convertir el poema largo en una revelación y su análisis en desciframiento de una verdad oculta.

Escalante interpreta a Cuesta como si fuera un filósofo.

Como si ese poeta-filósofo tuviera la razón y escudriñarlo, adquirir una sabiduría. Hace unas líneas dije Hegel, dije Heidegger, pero debía decir que Escalante busca a su Hölderlin.

No quiero ironizar y recordar que los poetas están más poseídos por la ideología que por el saber, pues el tipo de crítica que Escalante realiza los dignifica, en época en que la crítica lo envilece todo.

Pero tampoco quiero ignorar que Escalante ratifica la lectura religiosa del texto en la medida en que, precisamente, es filosófica.

Escalante cree que el poema posee un saber. Para un descreyente de toda escritura y escritor, su postura me resulta admirable y errada.

Pero —última idea de este mínimo comentario— he de decir que Escalante es el único crítico literario mexicano que me parece enteramente respetable.

Investiga, analiza, escribe con conciencia de la posible heterodoxia.


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Lee Laberinto aquí: http://www.milenio.com/suplementos/laberinto
O en su blog: www.sclaberinto.blogspot.mx



6/8/12

¿POR QUE LOS RECHAZADOS DE LAS UNIVERSIDADES?


Un ejemplo demencial: este año la UNAM rechazó al 90% de los solicitantes.

Y cada año, a nivel mundial, a millones se les niega su derecho a la educación.

Aunque sabemos que se necesitan más universidades, crece la ideología que justifica que la mayoría de los jóvenes quede fuera de ellas.

El capitalismo es tan cruel que cree que los muchachos deben competir hasta por el derecho al mesabanco.

Además, si muchos solicitantes obtienen puntajes bajos en los exámenes se debe al fracaso de la educación de nivel básico a medio superior.

Mientras una persona tan dañina como Elba Esther Gordillo continúe controlando la educación escolar, y el duopolio televisivo, la educación mediática, los jóvenes mexicanos seguirán subdesarrollados.

Alguien que viene de una telesecundaria, un barrio miserable o que apenas sale de la preparatoria sube al autobús de la maquila — hace unos años yo tuve alumnos en esa situación, en un cobach, por cierto, construido sobre un relleno sanitario— está en desventaja (injusta, indignante) con las personas que tuvieron la buena suerte de nacer en una familia con más recursos económicos.

Ese joven —que ha sido defraudado por todo el sistema—, no obstante, se aferra al futuro e intenta progresar; junta el dinero para cuotas de las universidades y, en muchos casos —¡demasiados!—, será rechazado.

El problema es la falta de cupo en las instituciones, no la falta de talento de los jóvenes.

Los terapeutas sabemos que el bajo desempeño escolar se debe a conflictos emocionales, familiares y sociales, no a supuestas carencias intelectuales o incluso hábitos de estudio.

Los alumnos con bajo aprovechamiento son jóvenes en problemas. Necesitan ayuda. Necesitan, entre otras cosas, no ser rechazados.

En México hay una relación directa entre bajo desempeño escolar y machismo, familia disfuncional, pobreza, clasismo y racismo.

No tiene ningún sentido que las universidades rechacen a los jóvenes. Si fuésemos coherentes tendríamos que eliminar los exámenes de admisión por completo.

Del mismo modo que sería absurdo hacer exámenes de admisión a los niños en la primaria o secundaria, es también absurdo que se condicione la entrada a la preparatoria o universidad. Todos los seres humanos merecen educación superior.

Alguien podría decir que abrir las puertas bajaría el nivel académico.

Eso es falso. La gran mayoría de los alumnos (de bajo “rendimiento”) al ingresar a una institución educativa (con buen nivel de enseñanza-aprendizaje) resuelve su rezago académico.

No hay razón pedagógica alguna para controlar la entrada a las universidades.

Las razones para mantenerlas semi-cerradas son económicas, capitalistas.

Mientras la mayoría de los jóvenes no pueda ingresar a las universidades —¡y se justifique esta exclusión!— no se puede hablar de democracia.